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(Cortesía Marco Alhelm en Pexels)

Hace mucho tiempo que la cartografía ha marcado las fronteras del conocimiento humano. Los contornos de nuestro planeta están bien definidos: conocemos la altura de las montañas, la profundidad de los océanos y la forma de cada costa. Los datos geográficos son tan precisos que ahora podemos navegar a cualquier lugar nuevo guiándonos únicamente por los mapas digitales de nuestros teléfonos móviles.

La filantropía también está experimentando lentamente su revolución cartográfica. En los últimos 30 años, un creciente cuerpo de investigación académica y estudios liderados por profesionales ha aumentado exponencialmente nuestra comprensión de cómo las personas contribuyen a causas con impacto social. En GivingTuesday, los datos han sido parte de nuestro ADN desde el principio. Mantenemos nuestro compromiso de fortalecer nuestro movimiento global de generosidad con investigaciones específicas y recomendaciones prácticas que empoderen a financiadores, organizaciones sin fines de lucro y comunidades para inspirar nuevas formas de dar.

(www.revistaacropolis.org)

Sin embargo, los mapas de la generosidad siguen incompletos, y en ningún lugar más que en América Latina y el Caribe (ALC). A finales del año pasado, el hub de GivingTuesday en ALC lanzó Generosidad en América Latina y El Caribe un análisis regional del sector sin fines de lucro y filantrópico en la región. El análisis destaca patrones contemporáneos de donación, tanto formales como informales. Examinamos más de 120 estudios internacionales, regionales y nacionales para rastrear las formas históricas y contemporáneas de generosidad, desde la filantropía formal hasta el voluntariado de base.

Los hallazgos fueron tanto esperados como profundamente preocupantes. La investigación sobre comportamientos prosociales y generosos en América Latina y El Caribe es escasa, desigual y, en muchos casos, inexistente, no porque falte generosidad, sino porque simplemente no se está midiendo.

Por un lado, los datos existentes se centran en el tamaño, la estructura y, en algunos casos, los flujos de donaciones financieras deducibles de impuestos hacia organizaciones sin fines de lucro. Si bien esto ayuda a rastrear la filantropía institucional, nos dice poco sobre los millones de personas que dan fuera de los canales formales a través de la ayuda directa, el apoyo mutuo y la generosidad impulsada por la comunidad.

(www.eltrendelsaber.edu.mx)

Mientras tanto, un pequeño grupo de países, como Argentina, Brasil, Chile y México ocupan un lugar destacado en la investigación disponible, probablemente debido a sus sectores sin fines de lucro más grandes y redes académicas más consolidadas.

Por último, y quizás lo más sorprendente, los informes filantrópicos de gran escala, que afirman tener un alcance global, rutinariamente excluyen a gran parte de América Latina y El Caribe. Trece de los treinta y tres países de la región son prácticamente invisibles en los estudios internacionales, diez de los cuales pertenecen al Caribe. El resultado es una región que, a pesar de sus profundas tradiciones de generosidad, permanece ignorada en las conversaciones que dan forma a la filantropía global.

Esta escasez de datos tiene profundas implicaciones. Sin una imagen más completa, las tradiciones filantrópicas de América Latina y El Caribe siguen infravaloradas y subutilizadas, dejando a investigadores, profesionales y financiadores con un mapa incompleto de la generosidad en la región.

(www.cuerpomente.com)

Es como mapear el sistema de transporte de un país contando solo las autopistas, mientras se ignoran las redes activas de caminos peatonales, ciclovías y transporte público. Las autopistas son dominio de los donantes institucionales y las grandes transferencias financieras: son eficientes, estructuradas y fáciles de rastrear. Pero son solo una parte de la historia.

La mayor parte del movimiento ocurre en las calles secundarias, ciclovías y senderos, a través de rutas tradicionales e informales que sostienen la vida cotidiana. Sus economías de trueque, como la chalayplasa en los Andes, donde se intercambian alimentos en lugar de comprarlos, refuerzan tradiciones ancestrales de reciprocidad. O las jornadas de limpieza organizadas por comunidades en playas del Caribe, donde las personas pasan las mañanas de los sábados recogiendo basura o pintando escuelas. O los cientos de miles de personas que donaron alimentos y artículos esenciales a quienes se vieron afectados por las inundaciones en Brasil o los huracanes en México.

Estas acciones no encajan fácilmente en las métricas tradicionales de la filantropía. Sin embargo, son las rutas en las que la mayoría de las personas confía. Son donde la generosidad ocurre con mayor frecuencia, las necesidades se cubren en tiempo real y las conexiones cara a cara construyen confianza.

(www.sadlier.com)

En un momento en que los cambios en las prioridades del financiamiento internacional están sacudiendo la filantropía, hacemos un llamado a investigadores, financiadores y organizaciones sin fines de lucro a unirse, comprometerse con la investigación y amplificar el impacto del nuevo conocimiento. Trabajando en conjunto, podemos construir una imagen más completa, precisa e inclusiva de la filantropía en la región, que refleje cómo la generosidad realmente impulsa y apoya a nuestras comunidades.

Pero contar con mejores datos no solo nos ayuda a ver la generosidad; también puede ayudarnos a hacerla crecer. Comprender por qué y cómo dan las personas nos permitirá fomentarla de formas naturales, sostenibles y culturalmente arraigadas. En lugar de imponer modelos externos, podemos amplificar los actos de generosidad trabajando con las identidades filantrópicas existentes en la región.

(www.compartirenfamilia.com)

Si supiéramos más sobre quiénes dan, cómo y por qué, podríamos:

  1. Aprovechar las normas y tradiciones existentes, usando el poder de las conexiones personales para superar la desconfianza institucional o aplicando lecciones de los grupos de ahorro colectivo para integrar y expandir los círculos de dar
  2. Ser más creativos con los mensajes, enmarcando campañas de forma que resuenen localmente, cambiando el enfoque de la recaudación de fondos hacia la generosidad, de donar hacia la solidaridad. Celebrar los actos cotidianos de dar puede ayudar a recuperar la narrativa de que somos, y siempre hemos sido, personas generosas
  3. Promover nuevas formas de generosidad, adaptando modelos exitosos de regiones con dinámicas culturales y sociales similares, o usando herramientas digitales para expandir lo que ya existe. Esto podría derivar en apps de micro donaciones que hagan más accesibles los aportes pequeños o iniciativas pro bono que se extiendan a distintas profesiones

A medida que se hacen más evidentes las debilidades del sistema de desarrollo global de arriba hacia abajo, y que la necesidad de una sociedad civil fuerte y resiliente se vuelve central, especialmente en América Latina, donde incluso el derecho de asociación está bajo amenaza, ampliar el conocimiento sobre la generosidad en América Latina y El Caribe no es solo un ejercicio de datos, es un paso crucial.

Las autopistas de la filantropía institucional están bien mapeadas, pero las calles secundarias, ciclovías y senderos —la generosidad informal y cotidiana que sostiene a las comunidades— siguen siendo en gran medida invisibles. Sin un mejor mapa, corremos el riesgo de pasar por alto las formas en que las personas ya están dando y de perder oportunidades para fortalecer y expandir estas redes.

Y lo más importante, un mapa bien trazado no solo muestra dónde estamos, sino que también puede ayudarnos a saber hacia dónde ir. Como líderes de la sociedad civil, organizaciones sin fines de lucro, fundaciones filantrópicas e instituciones académicas, necesitamos mejores mapas para desbloquear nuevas estrategias, acelerar la inversión en ecosistemas filantrópicos y repensar cómo movilizamos recursos para el futuro.

Este artículo se publicó originalmente en Wings y lo publicamos aquí con permiso

https://members.wingsweb.org/news/1156165

 

 

 

 

 

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