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La situación de confinamiento ha puesto a prueba a la educación, especialmente el aprender a leer. La adquisición de la lectura y la escritura es un conocimiento fundamental que se ha visto especialmente vulnerado en la educación a distancia, pues requiere de la interacción social e implica a niños menores de 7 años.

La función de las escuelas cambió de manera repentina, ahora los papás y mamás han tenido que asumir la responsabilidad de enseñar a sus pequeños. Las escuelas pueden acompañar estos procesos de aprendizaje a través de ofrecer consejos a las familias acorde a las necesidades de los niños.

La investigadora de la Universidad de Harvard, Catherine Snow señala la importancia que tienen las familias  en el proceso de aprender a leer y a escribir. Alfabetizarse es un aprendizaje tan complejo que necesita que los cuidadores se involucren. Aprender a leer y a escribir requiere de múltiples oportunidades para tener contacto con libros y lectores.

Las familias pueden contribuir a que sus pequeños aprendan a leer y escribir.  La lectura en voz alta es la actividad más importante y puede disminuir las diferencias sociales, entre otras cosas. Paola Martínez, aliada del Día de las Buenas Acciones en Ecuador, nos cuenta en su artículo “Sacar los Libros a la Calle” su trabajo para enseñar equidad de género a niños a través de la lectura. Cuando leemos cuentos a las niñas y niños se desarrolla vocabulario, se amplían temas de conversación y los pequeños están expuestos a construcciones lingüísticas más complejas, independientemente del nivel socioeconómico de sus familias.

También podemos invitar a los pequeños a hacer listas del mercado. Las niñas y niños nos pueden ayudar a escribir las cosas que hace falta comprar. Es recomendable dejar que lo hagan desde sus posibilidades. En un principio harán “garabatos” o dibujos pero poco a poco empezarán a usar grafías más parecidas a las letras convencionales. No es necesario presionarlos ni hacer correcciones, podemos preguntar ¿qué has escrito aquí? ¿me lees donde escribiste azúcar? ¿puedes anotar aceite?

Esta cuarentena es una oportunidad para escribir cartas y recados a familiares. Aprender a leer y escribir es un proceso que requiere muchas experiencias. En un principio podemos pedirles que hagan dibujos a los abuelos o a familiares que se encuentran en otros lugares y enseñarles a copiar su nombre para firmar. El aprendizaje del nombre propio es muy importante pues las letras que lo conforman constituyen el primer alfabeto. Cuando los pequeños quieren escribir otros recados usarán las letras de su nombre para hacerlo. No es necesario hacer correcciones. ¡Es mejor celebrar los pequeños logros y valorar el esfuerzo de nuestros niños!

Estar en casa brinda la posibilidad de seguir recetas para cocinar o jugar al restaurant. Con los niños podemos leer listas de ingredientes y seguir los pasos para hacer galletas o bien inventar el menú de un restaurante imaginario y permitir que ellos lo escriban. También podemos hacer juegos de roles en los cuales uno es el comensal y el otro el camarero, que toma la orden por escrito y trae los platillos.

En el confinamiento también podemos hacer un manual de cuidados de una mascota. Se puede animar a las niñas y niños a escribir sobre los perros, gatos, tortugas, o la mascota que elijan. Para ello buscamos información en internet que leemos a los pequeños para que ellos decidan que escribir en su manual. Podemos ayudarles a ilustrarlo y a dar consejos para que las personas cuiden adecuadamente de algún animal.

Con respecto al uso de tabletas y teléfonos móviles, se llevó a cabo un estudio con 5000 familias de pequeños menores de 7 años de edad. En los datos se encontraron correlaciones interesantes: los niños que pertenecen a grupos socioeconómicos más altos tienen más libros y destinan menos horas a jugar frente a pantallas. A menor ingreso familiar, los pequeños pasan más tiempo frente a las  pantallas. El mismo estudio también documentó que la calidad de lo que ven las niñas y niños en los dispositivos electrónicos también varía por nivel de ingreso. Los pequeños de hogares con pocos recursos pasan más horas viendo videos que interactuando con juegos o aplicaciones que tienen finalidades educativas.

Si no se tienen libros infantiles de calidad en casa, pueden leerse de manera electrónica en el teléfono o en la tableta. Lo importante es escuchar las historias y comentarlas con nuestras niñas y niños. La riqueza y el aprendizaje no está en el libro sino en la interacción que resulta de leerlo.

¡La lectura disminuye las brechas sociales!

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Si quieres más información sobre el trabajo de Valentina, ingresa a la página de Fundación Zorro Rojo: http://www.fundacionzorrorojo.org

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